Terapias de apoyo con perros en trastornos humanos

Terapias de apoyo con perros en trastornos humanos

1.Ruiz C.G.*, Jiménez T.R., Gutiérrez V.M.E., Renán M.D., Espinosa A.O. 

1.Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco

Departamento de Producción Agrícola y Animal

*zoogenia@yahoo.com.mx

Resumen

Los perros (Canis) han convivido con los seres humanos. La conducta ha sido un fuerte factor selectivo en la domesticación. Los seres humanos presentan un interés natural y atracción a otras especies. El propósito del estudio fue examinar el impacto terapéutico del perro en los trastornos y discapacidades de los seres humanos. Esto podría ayudar a estabilizar el organismo o incrementar las funciones sociales y disminuir las tensiones sociales. La terapia con perros en personas con diversos trastornos ayudan a mejorar los diversos estados del organismo. Sorprendentemente, los animales nos siguen mostrando habilidades innatas que los seres humanos aún no podemos construir del todo. 

PALABRAS CLAVE: Canis lupus familiaris, terapias, salud, relación animal-humano.

Introducción

Los perros (Canis lupus familiaris) han convivido con los seres humanos, por lo menos 15,000 años. La conducta ha sido un fuerte factor selectivo en la domesticación y cría de perros (van den Berg et al., 2008). Los primeros animales en ser domesticados son probablemente los perros. Sin embargo, el comportamiento de esta especie ha sido objeto de análisis científico. En muchos aspectos los perros son más parecidos a los humanos que cualquier otra especie, incluidos los primates (Udell & Wynne, 2008). Existe una gran variación entre las razas de perros en la apariencia, el temperamento y la conducta. Estas diferencias se originan principalmente de la selección direccional relacionada con los diferentes fines para los que se utilizaron los perros. Después de todo, lo que se requiere en un buen perro de caza, por ejemplo, es que sea diferente de lo que se requiere en un buen perro pastor o un perro guardian (van der Waaij, Wilsson, & Strandberg, 2008).

Figura 1. El objeto oculto y la tarea de búsqueda en el comportamiento del perro es controlado no sólo por su capacidad de representación mental, sino que puede actuar sobre la base de otras reglas de búsqueda. Con la participación de un experimentador humano la tarea se convierte en una especie de juego social donde el ser humano oculta objetos y el perro busca. Sobre la base de estas observaciones, podemos decir que la capacidad de identificar y utilizar las reglas sociales que se forman por la interacción del experimentador durante las tareas de búsqueda y los consecutivos objetos ocultos puede tener una influencia significativa en el desempeño de ambos sujetos, perros y humanos. Parece que los perros tienen considerable capacidad de obtener información de diversa complejidad mediante la observación de su compañero humano. La acumulación de dicha información social puede desempeñar un papel importante en la sincronización de las actividades del grupo, como miembros del grupo pueden actuar sobre la base de los mismos conocimientos. Esto podría hacer que las interacciones entre los compañeros sean más tolerantes y más eficientes (Topál et al., 2009).

Los perros se están convirtiendo en el modelo animal para la investigación cognitiva evolutiva. Nuestros amigos caninos, dicen los investigadores, son excelentes sujetos para el estudio de los bloques de construcción de las capacidades mentales subyacentes, en particular las relacionadas con la cognición social. Su relación especial con los seres humanos también se ve como digno de estudio por derecho propio; algunos investigadores ven al perro como un caso de evolución convergente con los humanos porque compartimos algunos rasgos de comportamiento muy similares. Todos los perros descienden de los lobos grises (Canis lupus) y se puede revelar cómo la domesticación ha alterado los procesos mentales de una especie, lo que permite al perro sobrevivir en su nuevo hábitat. Algunos investigadores incluso creen que los perros nos pueden enseñar más sobre la evolución de algunos aspectos de nuestra mente social que nuestro pariente más cercano, el chimpancé. Pero no todo el mundo está de acuerdo, se ha argumentando que las habilidades que comparten los perros con los seres humanos son una cuestión de aprendizaje en lugar de un cambio evolutivo (Morell, 2009).

Por otro lado, los perros domésticos pueden ser alojados en una variedad de condiciones de confinamiento, incluyendo perreras, refugios y laboratorios. La preocupación por el bienestar de los perros alojados en el cuidado humano ha dado lugar a mucha investigación en los últimos años en el enriquecimiento de los entornos para perros (Wells, 2004b). Las investigaciones sugieren que los perros pueden facilitar las interacciones sociales con los adultos, los cuales, a su vez, pueden promover la salud psicológica. Sin embargo, el efecto de la catálisis social no es genérico (Wells, 2004a). Además, los perros pueden tener valor profiláctico y terapéutico para las personas (Wells, 2007). Importantes sumas de dinero se invierten anualmente en la medicina preventiva y el tratamiento terapéutico para las personas con una amplia gama de problemas de salud física y psicológica, a veces en vano. Hay pruebas actuales para sugerir que los animales de compañía, como los perros y los gatos, puedan mejorar la salud de sus dueños humanos y, por lo tanto, poder contribuir de manera significativa a los gastos de salud de nuestro país (Wells, 2009). Las mascotas y los animales en la terapia y la educación pueden tener una multitud de efectos positivos en los seres humanos (Beetz, Uvnäs-Moberg, Julius, & Kotrschal, 2012).

El propósito del estudio fue examinar el impacto terapéutico del perro en los trastornos y discapacidades de los seres humanos. Esto fue basado sobre el hecho de la hipótesis en que los animales ayudan a establecer una mejor relación con los seres humanos. Lo que podría ayudar a estabilizar el organismo o incrementar las funciones sociales y disminuir las tensiones sociales.

En este tenor, también se ha planteado la hipótesis de que los seres humanos presentan un interés natural y atracción a otras especies (la llamada hipótesis biofilia [es nuestro sentido de conexión con la naturaleza y con otras formas de vida de carácter innato y producto evolutivo de la selección natural que actúa en especies inteligentes cuya supervivencia depende de la conexión estrecha con el ambiente y de la apreciación práctica de las plantas y de los animales], por Wilson, 1984). Una preferencia general hacia los animales se observa en los niños desde una etapa muy temprana de desarrollo. Los niños son más propensos a estar atentos y han aumentado los niveles de motivación en la presencia de animales y esto ha llevado a la inclusión de diferentes especies animales, tanto en las intervenciones educativas y terapéuticas dirigidas a la promoción del desarrollo de la salud (Borgi, Cogliati-Dezza, Brelsford, Meints, & Cirulli, 2014).

La investigación sobre el impacto en la salud mental de los animales de compañía se ve aumentada por las observaciones clínicas. Searles (1960) señaló la importancia de los animales domésticos en muchas familias de personas con esquizofrenia, donde es más fácil de establecer y mantener una relación con una mascota. La pérdida de la mascota a menudo precipita un episodio de síntomas graves de la enfermedad. El psicólogo infantil Boris Levinson (1970), fue el pionero en el uso de los animales de compañía en las terapias, observó que un premio a la mascota podría salvar vidas para los que eran especialmente vulnerables. Además, sostuvo que la adquisición de una mascota es una de las formas en que se conserva la cordura humana (Walsh, 2009). Las relaciones entre los seres humanos y los animales no humanos son moralmente significativos, intensos, persistentes, y penetrantes (Knight & Herzog, 2009).

En ese tenor, se cree que la interacción con un animal es benéfica para el desarrollo de los niños, y varios estudios (la mayoría con deficiencias metodológicas) han investigado la influencia de la compañía de los animales en el desarrollo socio-emocional y cognitivo de los niños. El modelo 1984 del profesor Jay Belsky, se utilizó para describir las variables que influyen en el desarrollo de los niños y cómo la interacción de los animales con los niños influye en estas variables. Existe un valor benéfico de las actividades asistidas y la terapia asistida por los animales en los niños con una amplia variedad de problemas clínicos y sociales, tales como los problemas de conducta y síntomas del espectro autista. Los resultados sugieren que los animales de compañía influyen positivamente en el desarrollo de los niños y tienen un papel valioso en las terapias (Endenburg & van Lith, 2011).

Por ello, la inclusión de los animales en las actividades terapéuticas, conocidas como la intervención asistida con animales, ha sido sugerida como una práctica al tratamiento para el trastorno del espectro autista y otras enfermedades. En general, interactuar con animales puede mejorar el bienestar psicosocial. Los beneficios documentados incluyen una disminución del estrés, de la frecuencia cardíaca, baja la presión arterial, disminuye la soledad y el aislamiento, aumenta la interacción social, y aumenta la función socio-emocional (O’Haire, 2013).

Hay una gran necesidad de hacer más investigación en los análisis de los programas terapéuticos para definir si el animal es el ingrediente activo (O’Haire, McKenzie, McCune, & Slaughter, 2013). Basada en la evidencia psicoterapéutica se está convirtiendo en una forma cada vez más aceptada por las personas para manejar una variedad de trastornos clínicos y factores de estrés psicosocial. Las terapias complementarias se han diseñado para apoyar, facilitar o mejorar las estrategias de tratamiento existentes. La terapia asistida con animales (AAT, por sus siglas en inglés) es uno de estos tratamientos complementarios, en el que los animales son deliberadamente incluidos en los planes de tratamiento psicoterapéutico con el fin de facilitar los objetivos del tratamiento pre-diseñados. La literatura actual sugiere que la terapia asistida por los animales podría tener una multitud de beneficios para los niños y los adultos en una variedad de trastornos y discapacidades. Sin embargo, hay una comprensión limitada de cómo la terapia con animales podría contribuir al aprendizaje y desarrollo de los niños con necesidades especiales. Hay resultados de un estudio que proporcionan respuestas preliminares a las preguntas sobre los beneficios percibidos, las barreras, los costos y los riesgos en la implementación de un programa de terapia asistida con animales (Wodder, 2014).

Figura 2. Ejemplos de estímulos de los participantes. Rostros jóvenes y adultos de seres humanos, perros y gatos. A la izquierda la alta versión infantil, a la derecha la versión baja infantil de la misma persona. El esquema de los animales y del rostro humano induce la percepción de ternura y contempla una asignación (Borgi et al., 2014).

Conclusión

La terapia con perros en personas con trastornos, ansiedades, bajo autoestima, aislamiento, entre otras son de gran ayuda. Proveer una mascota dentro del núcleo familiar propiciará una estabilidad emocional estable. Sorprendentemente, los animales nos siguen mostrando habilidades innatas que los seres humanos aun no podemos construir del todo. Por ejemplo, los animales pueden ser considerados como indicadores biológicos del medioambiente o del medio externo.

Referencias Bibliográficas

1.Beetz, A., Uvnäs-Moberg, K., Julius, H., & Kotrschal, K. (2012). Psychosocial and psychophysiological effects of human-animal interactions: the possible role of oxytocin. Frontiers in Psychology, 3. doi: 10.3389/fpsyg.2012.00234

2.Borgi, M., Cogliati-Dezza, I., Brelsford, V., Meints, K., & Cirulli, F. (2014). Baby schema in human and animal faces induces cuteness perception and gaze allocation in children. Front Psychol, 5, 411. doi: 10.3389/fpsyg.2014.00411

3.Endenburg, N., & van Lith, H. A. (2011). The influence of animals on the development of children. The Veterinary Journal, 190(2), 208-214. doi: http://dx.doi.org/10.1016/j.tvjl.2010.11.020

4.Knight, S., & Herzog, H. (2009). All Creatures Great and Small: New Perspectives on Psychology and Human-Animal Interactions. Journal of Social Issues, 65(3), 451-461. doi: 10.1111/j.1540-4560.2009.01608.x

5.Morell, V. (2009). Animal behavior. Going to the dogs. Science, 325(5944), 1062-1065. doi: 10.1126/science.325_1062

6.O’Haire, M. E., McKenzie, S. J., McCune, S., & Slaughter, V. (2013). Effects of Animal-Assisted Activities with Guinea Pigs in the Primary School Classroom. Anthrozoos: A Multidisciplinary Journal of The Interactions of People & Animals, 26(3), 445-458. doi: 10.2752/175303713X13697429463835

7.O’Haire, M. (2013). Animal-Assisted Intervention for Autism Spectrum Disorder: A Systematic Literature Review. Journal of Autism and Developmental Disorders, 43(7), 1606-1622. doi: 10.1007/s10803-012-1707-5

8.Topál, J., Miklósi, Á., Gácsi, M., Dóka, A., Pongrácz, P., Kubinyi, E., . . . Csányi, V. (2009). Chapter 3 The Dog as a Model for Understanding Human Social Behavior. In T. J. R. M. N. K. E. W.-E. J. C. M. H. Jane Brockmann & W. S. Leigh (Eds.), Advances in the Study of Behavior (Vol. Volume 39, pp. 71-116): Academic Press.

9.Udell, M. A., & Wynne, C. D. (2008). A review of domestic dogs’ (Canis familiaris) human-like behaviors: or why behavior analysts should stop worrying and love their dogs. J Exp Anal Behav, 89(2), 247-261.

10.van den Berg, L., Vos-Loohuis, M., Schilder, M. B., van Oost, B. A., Hazewinkel, H. A., Wade, C. M., . . . Leegwater, P. A. (2008). Evaluation of the serotonergic genes htr1A, htr1B, htr2A, and slc6A4 in aggressive behavior of golden retriever dogs. Behav Genet, 38(1), 55-66. doi: 10.1007/s10519-007-9179-7

11.van der Waaij, E. H., Wilsson, E., & Strandberg, E. (2008). Genetic analysis of results of a Swedish behavior test on German Shepherd Dogs and Labrador Retrievers. J Anim Sci, 86(11), 2853-2861. doi: 10.2527/jas.2007-0616

12.Walsh, F. (2009). Human-Animal Bonds I: The Relational Significance of Companion Animals. Family Process, 48(4), 462-480. doi: 10.1111/j.1545-5300.2009.01296.x

Wells, D. L. (2004a). The facilitation of social interactions by domestic dogs. Anthrozoos: A Multidisciplinary Journal of The Interactions of People & Animals, 17(4), 340-352. doi: 10.2752/089279304785643203

13.Wells, D. L. (2004b). A review of environmental enrichment for kennelled dogs, Canis familiaris. Appl Anim Behav Sci, 85(3–4), 307-317. doi: http://dx.doi.org/10.1016/j.applanim.2003.11.005

14.Wells, D. L. (2007). Domestic dogs and human health: An overview. British Journal of Health Psychology, 12(1), 145-156. doi: 10.1348/135910706X103284

15.Wells, D. L. (2009). The Effects of Animals on Human Health and Well-Being. Journal of Social Issues, 65(3), 523-543. doi: 10.1111/j.1540-4560.2009.01612.x

16.Wodder, S. (2014). Exploring Perceived Benefits of and Barriers to the Use of Pet Therapy Dogs in a Private School for Children with Special Needs. PCOM Psychology Dissertations, 1-105.

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